tag:blogger.com,1999:blog-12336788319694956622024-03-13T18:13:10.793-07:00PAGINAS DE LA HISTORIA DEL PERUAlvaro_Arditihttp://www.blogger.com/profile/14539331879245684555noreply@blogger.comBlogger8125tag:blogger.com,1999:blog-1233678831969495662.post-36312428829149680462016-07-22T11:05:00.001-07:002016-07-22T11:05:20.472-07:00LOS CRIOLLOS PROGRESISTAS<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<b><span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Homenaje de Fiestas Julias<o:p></o:p></span></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<b><span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">LOS CRIOLLOS PROGRESISTAS Y LOS INDIOS<o:p></o:p></span></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<b><span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Por Juan José Vega<o:p></o:p></span></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Lentamente se va disolviendo la
animadversión entre los criollos y los indígenas del Perú, aunque quisiéramos
que este proceso criollo fuese más rápido en aras de la integración nacional.
Tal vez nos ayude saber que muchos de ellos han aportado vigorosamente a la
fraternidad peruana.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Es común echar en un solo saco a
todos los criollos del Perú. Esta actitud es injusta. Se cuenta con
manifestaciones de un anhelo solidario entre todos los nacidos en nuestro
suelo; marcadamente aquel empeño procede en lo fundamental de los criollos
pobres de las capas medias. El primer grito resonante en tal sentido lo lanzó
Mariano Melgar, en plenas guerras de la Independencia. Aquel prócer fusilado en
Umachiri en 1815 (poeta, ideólogo, profesor, músico, jurista, soldado) expresó
su <b>sincera solidaridad con el indio en
muchos escritos</b> y particularmente en la Oda a la Libertad, en la que
expresa de sus compatriotas más oprimidos "<b>cautivos habéis sido en vuestro suelo</b>".<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Melgar es la principal figura de
nuestra Independencia y respaldó con su vida y su lucha heroica tales palabras.
Igual <b>los próceres criollos
tupa-camaristas caídos en combate</b>, como P.F. Bermúdez.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Pero estos heroicos ejemplos no
fueron suficientes para convencer a la estólida aristocracia peruana. Así, los
nobles de Lima imploraron a San Martín (su enemigo de escasos días atrás) que <b>los montoneros que rodeaban Lima no
participasen de las ceremonias del 28 de julio de ese 1821.</b> Sólo ingresaría
una pequeña unidad simbólica al mando de Francisco de Vidal, futuro General y
Presidente. Razones de Estado guiaron esta condescendencia del caudillo
libertario. <b>Percibía que la mitad de
Lima, que era afro-peruana</b>, también era opuesta en su mayoría a tal
presencia a causa de viejas rivalidades étnicas. Y en las clases medias
criollas ("los blancos pobres") y mestizas primaba escasa simpatía
hacia los guerrilleros, quienes eran fundamentalmente indios, sobre todo de las
cercanas provincias de Huarochirí y Canta.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<b><span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Clamor indigenista <o:p></o:p></span></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Varios pensadores en la Colonia
fueron precursores del indigenismo. Al fraile <b>limeño</b> Buenaventura de Salinas tuvieron que exiliarlo en el siglo
XVII.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Instalada la República, el más
alto grito del clamor indigenista lo daría el tribuno Manuel González Prada, a
pesar de que pertenecía a familias coloniales. En su artículo precisamente
titulado "Nuestros Indios" habría de denunciar las tropelías con que
constantemente amagaba "la República" a esa capa étnica. Con indudable
pesimismo en lo tocante a una fraternidad peruana –por lo menos en las
condiciones que vivió– el apóstol manifestaba: "El indio se redimirá
merced a su esfuerzo propio, no por la humanización de sus opresores".
Aludió también a las masacres que se dieron en su época, como las de Amantani,
Ilave y Huanta.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-size: large;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAMX2qF2msDevkZua-hRmmwn4gDSZbOhMELsLWOyd-XLPRXaVYOeEgOzOdHpMFOEeAfkTpDRN-sBEBUar3VeW7Ghf3AL3U91rgbA3bEeD90jGmv7rD1xxkoCfDae6Zc9f4AjX_TmtnRRw/s1600/mgp.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="223" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAMX2qF2msDevkZua-hRmmwn4gDSZbOhMELsLWOyd-XLPRXaVYOeEgOzOdHpMFOEeAfkTpDRN-sBEBUar3VeW7Ghf3AL3U91rgbA3bEeD90jGmv7rD1xxkoCfDae6Zc9f4AjX_TmtnRRw/s400/mgp.jpg" width="400" /></a></span></div>
<br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-TRAD">González Prada
fue el principal defensor de los indio</span><span style="text-indent: 35.45pt;">s.</span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 35.45pt;">
<span style="font-size: large; text-indent: 35.45pt;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">A González Prada se le considera
el mentor intelectual del pensamiento de avanzada del Perú en las décadas
iniciales del siglo XX; particularmente influenció al ideólogo V.R. Haya de la
Torre, un aristócrata trujillano que se convirtió en líder popular y quien,
desde su exilio en Berlín, reclamaría, en 1924, contra el olvido de la egregia
figura de <b>Túpac Amaru</b>. Otro
dirigente de pura sangre europea es Fernando Belaúnde, quien propiciara un
acercamiento a los campesinos indios mediante Cooperación Popular (minga) y a
la acción de los reyes Incas con su libro "El Perú como Doctrina",
verdadero canto a la actuación planificadora del Cuzco Imperial.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Por esos mismos tiempos
florecieron las obras de dos indigenistas <b>criollos</b>
notables: Luis E. Valcárcel y Jorge Cornejo Bouroncle.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<b><span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Los intelectuales<o:p></o:p></span></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Muchos de los más destacados
intelectuales "blancos" crearon obras de defensa de los valores
indígenas; es el caso de Ciro Alegría, quien con su "El mundo es ancho y
ajeno" alcanzaría renombre universal (no mencionamos acá a José María
Arguedas porque era mestizo y hasta se reclamaba indio). En la música criolla
resulta imprescindible mencionar a Alicia Maguiña, no solamente por los versos
de sus canciones, sino por sus actitudes en pro del folclore andino. Otros artistas
se han inspirado en el mundo indio, como José Sabogal con sus cuadros y Juan
Ríos con sus obras teatrales.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<b><span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Entre militares<o:p></o:p></span></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">En el siglo XIX un militar
progresista, el coronel Narciso Aréstegui, de la tradición social de Ramón
Castilla, había escrito "El padre Horán", la primera obra literaria
indigenista; mientras el coronel Pedro Ruiz Gallo, uno de los héroes del 2 de
Mayo y de la Guerra con Chile, reivindicaba con sus pinturas a Túpac Amaru. Por
su lado, el comandante Julio Guerrero (el militar más culto en la historia del
Ejército Peruano), secretario del Mariscal Andrés A. Cáceres, elaboraba proyectos
sociales diversos y escribía sobre el valor bélico montonero frente a Chile. En
el Perú del siglo XX se tiene que considerar al Presidente General Juan Velasco
Alvarado, que dictó la Reforma Agraria (llegó a llorar de rodillas al lado de
una anciana indígena), al Mayor Teodomiro Cuevas "Rumimaqui", quien
dirigió una sublevación aimara y cuyo rastro "desapareció"; y al
General Antonio Rodríguez, Presidente por unas horas, hasta que fue ametrallado
en palacio. Personajes de décadas más recientes son el Mayor Víctor Villanueva
y el General Felipe de la Barra, que inició la tarea de presentar las luchas de
los capitanes incaicos frente a los conquistadores.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Entre los defensores del indio
destaca el rico y culto puneño Coronel Juan Bustamante. Personaje que viajó por
todo el mundo, se halló en condiciones de observar mejor la postración del
pueblo aborigen. Habría de resumir sus experiencias en obras nacidas en 1845,
primero en Lima y luego en Francia. Llegó a dirigir una sublevación indígena.
Fue asesinado.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<b><span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Las desconfianzas<o:p></o:p></span></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Además los indios, con razón,
siempre desconfiaron del grueso de las opiniones criollas (es que eran volcadas
por los políticos). Tal actitud empezó cuando el Congreso Constituyente de 1822
lanzó un manifiesto a los indígenas del país, en el que decía "<b>no os asombre que os llamemos hermanos</b>".
El campesinado y otros sectores tomaron con recelo ese canto de sirena, que sin
duda no reflejaba el sentimiento de la mayor parte de los asambleístas criollos
reunidos en Lima; que pronto desmentirían, muchos de ellos, tan sonoras
palabras con sus hechos. En cambio <b>los
indios habían acogido el llamado de los hermanos Angulo, que junto a Pumacahua
se sublevaron en 1814-1815; vale decir, poco antes.</b><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Convengamos pues en que la <b>unidad real</b> es asunto de suyo muy
complejo; es un problema de cultura y comunicación, que hoy solamente la
escuela puede proporcionar. Salvo que se busque la destrucción de toda la
cultura andina, la mestiza y la afroperuana para crear un "peruano"
sin pasado alguno, amorfo e incoloro; juego en el cual parte de los educadores podría
estar cayendo sin darse cuenta.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-size: large;">Otro día veremos los puentes hoy
tendidos entre las colectividades indígenas y las mestizas; son más que los que
existen entre criollos e indios, pero aún insuficientes para conformar un
Estado fuerte, con libre cohesión.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<span lang="ES-TRAD"> (Publicado en el diario “La República” de
Lima, Domingo 30 de julio del 2000).<span style="font-size: large;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
Alvaro_Arditihttp://www.blogger.com/profile/14539331879245684555noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1233678831969495662.post-63375795649688181722012-09-13T11:15:00.000-07:002012-09-13T11:15:01.767-07:00HISTORIA Y EVOLUCIÓN DEL "AMA SUA"<br />
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-size: large;">La necesidad actual
del “No Mentir, No robar, No Ociosear”</span><span style="font-size: x-large;"><o:p></o:p></span></b></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="color: blue; font-size: x-large;">HISTORIA Y EVOLUCIÓN
DEL AMA SUA</span><o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Por: Juan José Vega</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Cualquier peruano apostaría su mano derecha a que el <b>«ama sua, ama llulla, ama quella» </b>fue
algo así como el decálogo aplicado por los Reyes Incas en el Imperio que
crearon, el cual se traduce como «no robes, no seas ocioso, no mientas».</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Siempre sospechamos que el «Ama sua...» correspondía a la
Historia Oficial que para los Incas creó el indigenismo romántico; pues de
tratarse de un código jurídico tendría que haber sido mencionado por los
cronistas del siglo XVI. Pues no es así. Ni siquiera consta en los libros de
los nacidos en el Perú, los quechuas Guaman Poma y Sta. Cruz Pachacuti Yamqui;
o en los creados por los mestizos Garcilaso y Blas Valera. Tampoco existe
rastro alguno en las crónicas españolas, que suman más de un centenar.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-size: large;">¿Cómo nació el Ama
Sua?<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Consideramos que bastante tiempo después; tal vez al
comentar los criollos indigenistas coloniales la índole honesta, bondadosa,
obediente y laboriosa que observaron en los quechuas y aimaras en el seno de
las haciendas que poseían o en las propias comunidades campesinas; es visible
en estos sectores dominantes una relativa simpatía y hasta admiración por la
obra autocrática cumplida por los reyes Incas. Pero sea como fuere, el primer
indicio en torno al supuesto código lo contemplamos en las páginas de M. L. de
Vidaurre (ese habilísimo oportunista que desertó de la revolución de los
Hermanos Angulo). Vidaurre, personaje de alta inteligencia, había radicado en
el Cuzco entre 1810 y 1814, vinculado, desde 1uego, al indigenismo criollo
local. Entre otras tradiciones que recogió del ambiente nos relata «su modo de
saludar era no robarás; se contestaba: no mentirás». No sabemos de dónde
extrajo esa ¿imaginativa? versión, que no consta en ningún otro sitio.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-size: large;">El gringo Miller<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Y allí habría quedado el asunto hasta que intervino un
peruanista insigne que llegó a Mariscal, con sus veintitrés cicatrices. Nos
referimos a Guillermo Miller, prócer en su juventud de las guerras de la
Independencia y que en el Cuzco (en 1825 y 1835) se adentró en la cultura
incaica (aún más, él fue el primero de los estudiosos tupamaristas, y llegó a
traducir y publicar al inglés proclamas del gran caudillo andino). Pues bien, ese
inglés que aprendió algo de quechua, que mascaba coca y usaba poncho, se había
familiarizado con el mundo indígena al convertirse en jefe máximo de las
montoneras andinas antiespañolas durante la época de Simón Bolívar. De sus
estudios y quizás de su análisis del temperamento de los guerreros quechuas que
lo seguían extrajo quizás algunas conclusiones que habría de publicar en las
Memorias que dictó a su hermano:</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">«En la educación de los peruanos, el código mixto de
moralidad y legislación era tan simple como útil a la mayoría. Tres concisos
preceptos <b>formaban la base</b> de todo
el sistema: AMA SUA, AMA QUELLA, AMA LLULLA. No hurtarás, no mentirás, no
estarás ocioso. Sobre estos <b>tres
principios cardinales estaba fundado el código de sus leyes.</b>» (Memorias del
General Guillermo Miller. Tomo II, Capítulo XXVI, pág. 197).</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-size: large;">Markham: al quechua<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Una mayor difusión mundial del supuesto precepto educativo
la daría otro ilustre peruanista, inglés como Miller. Fue Clement Markham,
hombre que viajó extensamente por diversos lados del Perú y que aprendió
bellamente el quechua (el quechua de ese tiempo, infinitamente más rico que el
de ahora). En su famoso libro «Lima and Cuzco» (aún no traducido) que se editó
en Londres en 1856, se refirió a los mandamientos incaicos, pero considerando
ya cinco (tendencia numérica que se repetiría después). La versión es ésta:</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="EN-GB"><span style="font-size: large;">I. Ama quellanquichu Thou shalt not be idle.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="EN-GB"><span style="font-size: large;">II. Ama llullanquichu Thou shalt not lie.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="EN-GB"><span style="font-size: large;">III. Ama suanquinchu Thou shalt not steal.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="EN-GB"><span style="font-size: large;">IV. Ama huachocchucanqui Thou shalt not commit adultery.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="EN-GB"><span style="font-size: large;">V. Ama huañu chinquichu Thou shalt not kill (p. 205).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Markham, como se aprecia, tradujo a la perfección las normas
al quechua (y por supuesto al inglés) y sumó dos: «no seas adúltero; no seas
asesino», y dio otro paso: convirtió los preceptos en «edicts of the Incas».
Pero sus escritos no gozaron de tanta lectura. En cambio, las Memorias de
Miller tuvieron amplia difusión en Europa; libro que constituye la mejor
versión de la Independencia del Perú, escrita por un actor y testigo de todos
los hechos. Llegarían así a muchos ámbitos académicos. Entre ellos, a los de
Cesare Cantu, famoso historiador italiano y autor de una Storia Universale, que
fue por años best seller en múltiples idiomas.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Este incluyó en esa vastísima Storia de varios tomos los
preceptos de Miller. No fue pues Cantu «el inventor de la manida fórmula de las
tres prohibiciones» como se ha sostenido hace poco.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Pero todo este proceso del Ama Sua se desenvolvía sólo en
esferas europeas, aunque parezca mentira (Miller, Markham, Cantu, etc.). Pero a
finales del siglo XIX un erudito quechua, nacido en Ayaviri, Gabino Pacheco
Zegarra, <b>reiteró</b> los tres principios
que Miller expusiera como base doctrinal del derecho consuetudinario incaico y
que luego Markham había traducido. Fue un gran avance.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-size: large;">El impulso que dio
Haya de la Torre<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Todos los biógrafos de Haya coinciden en la decisiva
influencia indigenista en la formación de la doctrina del Apra. Su creador
bebió ese incaísmo o andinismo en su juventud primera. No solamente radicó un
tiempo en el Cuzco; también viajó por varias de sus provincias más remotas. En
los círculos universitarios cuzqueños aprendería en la lengua quechua el
trílogo del <b>ama sua</b>... Pero hasta
entonces esa frase no pasaba de ser tema de personas cultas.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">El gran impulso para la difusión de la hoy célebre norma
recién lo daría Haya o el Apra en 1934. Por entonces este partido era —como
nadie lo duda— el mayoritario del país. El 6 de enero, en plena clandestinidad,
la Fracción Aprista Juvenil (FAJ) aprobó la consabida frase del «ama súa...»
colocándola como emblema bajo el signo: «Esta es tu ley». Con la vasta red
organizativa aprista, el mandato quechua se propagó extensamente, auspiciado
por las orientaciones indigenistas que preconizaba Haya en esos años. Y Luis
Alberto Sánchez, otro dirigente aprista, repitiendo al mentado Vidaurre, sin
más consulta, agregó que la frase era «un saludo». Tal cual se puede leer en su
Historia de América.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Para entonces, Haya había colocado el lema en el Plan
Económico, por lo menos en el impreso en octubre de 1945.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Luego el caudal de uso se multiplicó torrentosamente. La
frase ha sido aumentada y deformada en distintos modos a lo largo de este
siglo. Así, el arqueólogo indigenista Toribio Mejía Xesppe agregaba Ama Sipi,
Ama Maqlla: no seas asesino, ni afeminado (conforme lo recogió Federico
Kauffman). No sólo se trata de libros y de proclamas. También pasó a una plaza
del Cuzco actual, dio nombre a un Congreso Nacional de Folklore y hasta fue
lema del Congreso de Campesinos de La Paz en 1993 y de un candidato
presidencial en Ecuador.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Por cierto, la fórmula se ha mantenido como sacrosanta en
varios niveles académicos contemporáneos. Así, en el VII Congreso del Hombre y
la Cultura Andina (Huaraz, 1987), Lorgio Guibovich presentó una ponencia en
torno al «Ama Sua» bajo el nombre de «La Educación y la Moralidad en el Mundo
Andino», brindando, inclusive, una variante más, al sumar una regla: «Ama
mappa», seguramente recogida de tradiciones orales, significa «No seas sucio».</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Desde luego, las escuelas y colegios han difundido todas las
supuestas normas incaicas del Ama Sua en las comunidades campesinas, a partir de
textos escolares de Historia del Perú.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-size: large;">¿Y la Antropología?<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Pues nada. Ningún antropólogo ha encontrado esas pautas en los
más distantes ayllus de los Andes. Ni siquiera en K’eros, remoto paraje del
Cuzco, a donde concurrieron destacados antropólogos, como Efraín Morote Best,
Oscar Núñez del Prado, Josafat Roel y Demetrio Roca Wallparimachi, para
estudiar todas las formas de cultura viva en ese enclave quechua. Pero, eso sí,
en aquel pueblo (como en miles de otros núcleos agrarios populares) nadie
robaba (ni puertas había), nadie estaba ocioso y nadie mentía. En otras
palabras, no se requería un código. La costumbre hacía Ley.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-size: large;">Norma peruana<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Ahora bien, en un país como el nuestro, donde existe tanto
ladrón de cuello y corbata que da el mal ejemplo; tanto ocioso también, que
vive del trabajo ajeno; y ahora último, tanto mentiroso, no va de más la
vigencia de los tres principios <b>que el
Perú y los peruanos han elaborado poco a poco durante la Colonia y la República</b>.
Porque en nuestro <b>todavía</b> desdichado
país «la mentira es una virtud política» (en varios círculos), como alguna vez
dijera aquel superentrevistador que es Mario Campos, refiriéndose sin duda a
criollazos, achorados y politicastros, que parecen ser congénitamente falsos.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
(Publicado en el diario “La República”, pp. 38-39. Lima,
Perú, domingo 26 de marzo del 2000).</div>
Alvaro_Arditihttp://www.blogger.com/profile/14539331879245684555noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-1233678831969495662.post-23321853555321635522012-09-11T10:09:00.002-07:002012-09-11T10:09:38.851-07:00NO A LA IMPUNIDAD<br />
<div class="MsoNormal">
Por Juan José Vega</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-size: large;">“Perú, país sin
crimen ni castigo”,</span></b> <span style="font-size: large;">acostumbraba a decir Jorge Basadre, parafraseando a
Fedor Dostoyewsky y su más célebre novela. Sin crimen, claro, porque una blanda
sociedad todo lo disimulaba y fingía entenderlo; y sin castigo, porque nuestro
país era el reino de la impunidad, a causa de una mezcla de indiferencia y de
pasividad.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Contra esta concepción nada pudo la herencia incaica, en la
cual se condenaba a quienes atentasen contra el patrimonio estatal, a ser colgados
de un pie hasta que muriesen, entre convulsiones, de hambre y de sed, entre
humazos de ají. Además de nada han servido unos pocos intentos moralizadores.
Ni la energía revolucionaria de Simón Bolívar, imponiendo pena de muerte para
quienes robasen de diez pesos para arriba, ni el ímpetu reaccionario, pero
honesto, de Felipe Santiago Salaverry, restableciendo la pena capital para el
mismo delito. Y menos el anhelo de Túpac Amaru con sus "leyes
fuertes". Tampoco la integridad moral de varios mandatarios que jamás
tocaron un centavo ajeno. Ni del Fisco ni de nadie.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Uno de los más cultos europeos venidos al Perú durante el
siglo pasado, el alemán Ernst Gerstaecker, en 1864 afirmaba sin tapujos que,
desgraciadamente, <b>"es casi
imposible descubrir en este país una combinación, pues todo está tan firmemente
coludido y tan intrincadamente, que nadie se atreve a golpear en las podridas
vigas, por temor de hacer caer todo el edificio sobre su cabeza".<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Magnifica metáfora. Pero también hubo testimonios de acá.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Cierto Gran Mariscal del Perú, de cuyo nombre no queremos
acordarnos, dijo casi lo mismo respecto al presidente General Agustín Gamarra,
sosteniendo que éste (cuya historia está por escribirse) montó una verdadera
organización de pillaje del Erario Nacional. Para este <b>"descarado saqueo"</b> —decía— ha sido necesario que se
combinen en una compañía de malhechores las mayorías legislativas, el Consejo
de Ministros, el Presidente del Tribunal de Cuentas, el fiscal y en fin todos
los de las prefecturas.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Precisamente, sobre un período similar escribió el coronel
Juan Espinoza, héroe de Maipú, Chacabuco, Junín y Ayacucho, que el Perú había
caído en el abatimiento, <b>"hasta el
extremo que los bandidos, condenados por los tribunales a presidio y a la pena
capital lo gobiernen, lo manden, dirijan sus elecciones y hasta lo proclamen en
lenguaje soez";</b> tal anotó en su olvidado "Diccionario para el
pueblo".</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Amadeus Frezier, uno de los más sagaces franceses que
visitaron el Perú durante el siglo XVIII, decía: <b>"no hay país donde la justicia sea menos severa"</b> (II,
438).</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-size: large;">Y es verdad<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<o:p><span style="font-size: large;"> </span></o:p><span style="font-size: large;">El mal, pues, es antiguo, como decíamos; y cabe subrayar que
esa tolerancia daña al conjunto social; </span><b style="font-size: x-large;">"justificar
a los malos es castigar a los buenos"</b><span style="font-size: large;"> reza un adagio jurídico de los
tiempos del Cid Campeador.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Felipe Bauzá, un español que nos visitó a mediados del siglo
XVIII, decía de los criollos <b>"que
son complacientes en extremo y desde que se hace público un delito todos
conspiran a ocultar al reo, a disculparlo y hasta a empeñarse en su
defensa".</b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Todo se soportaba únicamente a cambio de que hayan cuidado
las formas.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Las formas, sí. Porque los criollos somos puntillosos en
eso. Y hemos dado plena vida a una frase siniestra: <b>"Dios perdona el pecado, pero no el escándalo". </b>Contra
todo esto hay que luchar.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Además, las leyes pueden ser amarradas, legalmente. <b>"Ustedes redacten nomás la ley y a mí
déjenme el reglamento",</b> ordenaba un viejo líder parlamentario ante una
medida contraria al grupo. El Reglamento del Congreso, por ejemplo, hace muy
lentos los antejuicios. Los plazos para tramitar las denuncias constitucionales
contra las altas autoridades públicas, establecidos en el referido Reglamento,
están desfasados con respecto a la celeridad procesal de las nuevas leyes
anticorrupción.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Ya el poeta Caviedes en la Lima del siglo XVII se había
referido en verso a ese tipo de norma jurídica: <b>"más torcida que una ley/cuando no quieren que sirva".<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Pero no se puede ir contra la ley en un gobierno democrático
aunque sea para perseguir la depravación. Este debe ser el dilema que va
resolviendo <b>Valentin Paniagua</b>,
Presidente de la República, en el complicado ajedrez que es el Perú hoy. Además
se nos ocurre que quizá sepa que <b>"en
el Perú nada se clava; todo se atornilla". "El tiempo y yo valemos
dos",</b> decía Napoleón, con todo su poderío.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">El más famoso caso de peculado sucedió cuando el terrible
escándalo de la Consolidación de la Deuda Interna. Castilla había heredado este
problema de otro Presidente, el General J. R. Echenique, a quien derrocó pues
durante cuyo mandato se robó cifras muy superiores a un Presupuesto Nacional
íntegro. Castilla habría tenido que guardar en chirona a miles de ciudadanos de
las clases altas y medias, empezando por el ministro de Guerra (quien acabó
fugando a París), todas ellas enriquecidas groseramente en unos pocos años a
costa de falsificar documentos y sobornar testigos falsos con objeto de
aparecer como acreedores del Estado, por una cifra superior varias veces al
monto del Presupuesto Nacional.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-size: large;">Gatos despenseros<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<o:p><span style="font-size: large;"> </span></o:p><span style="font-size: large;">Tan monumental ratería era provocada por los fabulosos
ingresos del guano y el hecho de que —como recientemente— "los gatos
hicieran de despenseros"; vale decir que quienes tenían como deber velar
por la riqueza fiscal eran quienes delinquían. El Perú perdió esa vez su gran
opción de modernizarse y quizá transformarse en un país capitalista. Pero esta
ya es otra historia.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-size: large;">La tolerancia<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<o:p><span style="font-size: large;"> </span></o:p><span style="font-size: large;">La verdad fue que nuestro Ramón Castilla deseaba, de buena
fe, crear una clase capitalista en el país, al estilo de las europeas. Pero si era
bueno con el sable, no lo era tanto con la Economía; al parecer desconocía que
la burguesía no se forja así, sino trabajando todo el día. Sobre Castilla, que,
como todos sabemos, "murió pobre", apuntó lo siguiente un conservador
modernizado, José Gálvez, nieto del héroe: "como buen criollo tenía
interés en que no hubiera verdadera sanción y no le gustaba extremar las
cosas".</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">En fin, las "medias tintas" han causado harto daño
cívico al país, tal como lo recuerda, varias veces, Jorge Basadre.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Por eso, casi todos los gobiernos han sido permisivos ante
el delito fiscal. Haya de la Torre señalaba en 1924, quizás con alguna
exageración, que el <b>noventicinco por
ciento de las fortunas aquí </b>habían sido amasadas con el saqueo del Estado;
aunque se debe mirar a que parece que él se refería también a los tiempos
coloniales.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-size: large;">Los de uniforme<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Gente honesta de uniforme la hubo siempre; ahora también.
Una breve reseña histórica en orden cronológico tendría que incluir al olvidado
prócer de la Independencia, el primer Mariscal del Perú, Toribio de Luzuriaga,
verdadero héroe de la libertad de América, quien terminaría suicidándose en la
miseria y el exilio. Al Mariscal Domingo Nieto, que salvó el honor del Perú
batiéndose a lanza con el hercúleo Camacaro, durante la guerra con Colombia,
dejó como toda herencia su caballo de guerra. A Ramón Castilla. Al coronel
Narciso Aréstegui, creador de la novela indigenista. Al coronel Juan
Bustamante, asesinado por asfixia, por defender a los indios en Puno. Al
Mariscal Andrés A. Cáceres, que perdió casi todas sus propiedades cuando la
resistencia en La Breña. Por supuesto a Grau y Bolognesi, que trabajaron por su
cuenta como capitán mercante uno y como explorador cascarillero el otro, cuando
se distanciaron de sus instituciones. A Leoncio Prado, Alfonso Ugarte e Isaac
Recavarren, que incluso aportaron de su peculio durante la guerra con Chile. Al
mayor Teodomiro Gutiérrez Cuevas, desaparecido al finalizar una de las
rebeliones puneñas, a cuya cabeza se colocó adoptando el nombre de Rumimaqui.
Al Comandante Gustavo "Zorro" Jiménez, que resistió la expulsión del
Ejército por Leguía, trabajando como camionero, y luego se sublevó contra la
tiranía de Sánchez Cerro; acabó metiéndose un tiro antes que rendirse. Al
comandante Julio Guerrero, incorporado al Estado Mayor Alemán por Luddendorf, y
luego autor de una veintena de libros, en varios idiomas; que falleció en la
pobreza. Al General Antonio Rodríguez, quien intentó librar al Perú del
fascismo del Mariscal Benavides y murió en el empeño, ya en Palacio. Al Capitán
José Abelardo Quiñones, símbolo máximo de la aviación. Al Coronel Arturo
Hernández, autor de "Sangama" y fogoso líder descentralista. Al
General César Pando Egúsquiza. Al General Carlos Giral. Al General José del
Carmen Marín, fundador del CAEM y hombre de pensamiento moderno. Todos ellos y
otros más son emblema de miles de oficiales de hoy que rechazan tajantemente la
corrupción. Son también los vejados por los delincuentes con uniforme de hoy.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEip9OYMsNYJ7H9jTU8trjCxVur1M93HQ5S7m3q9nC2V2cC5U_Hvc-OUVOzHgbm15F33ANio2EUUL7Ppr2dEMWgS0QHqXfruivgftAqec8gxG7Si_eq0X2uZvp8pJiZzHzaUGRJCM3EE3ts/s1600/rata2000.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEip9OYMsNYJ7H9jTU8trjCxVur1M93HQ5S7m3q9nC2V2cC5U_Hvc-OUVOzHgbm15F33ANio2EUUL7Ppr2dEMWgS0QHqXfruivgftAqec8gxG7Si_eq0X2uZvp8pJiZzHzaUGRJCM3EE3ts/s320/rata2000.jpg" width="246" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
(Publicado originalmente en el diario “La República”, p. 25. Lima, Perú,
domingo 14 de enero del 2001).</div>
Alvaro_Arditihttp://www.blogger.com/profile/14539331879245684555noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1233678831969495662.post-91107409814398832572012-04-29T08:39:00.000-07:002012-04-29T08:39:22.793-07:00LA PARTICIPACION FEMENINA EN EL EJERCITO PERUANO<br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWErw_mNuSUAxWou0KmmksN6BE71UiEIaXeMbxPTIzFd0-iARvk-KeNKNRxUFB120zXypxHdHXiyS6489r4ve8jHP2nkW8gtz8NKhXp6Q64-lz4VQ9SuatsCNh_E9twCpjm5l5uaeeOss/s1600/Elrepase.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="286" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWErw_mNuSUAxWou0KmmksN6BE71UiEIaXeMbxPTIzFd0-iARvk-KeNKNRxUFB120zXypxHdHXiyS6489r4ve8jHP2nkW8gtz8NKhXp6Q64-lz4VQ9SuatsCNh_E9twCpjm5l5uaeeOss/s400/Elrepase.jpg" width="400" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-size: small; text-align: -webkit-auto;">Un ejemplo de la barbarie chilena desatada durante la guerra contra el Perú de 1879-1883: EL REPASE, que lleva el sello inconfundible de la soldadesca chilena, conformada mayoritariamente por elementos del hampa o con mentalidad delincuencial. El gobierno de Chile reclutó sus tropas de los bajos fondos de la sociedad chilena, por eso los soldados chilenos se dedicaban, luego de las batallas, a asaltar, robar, violar, destruir y asesinar. Se pretende disculpar estos hechos aduciendo que “en toda guerra ocurre siempre eso”; pero esto es una media verdad: en otras guerras de países “civilizados”·, ciertamente esos excesos se pueden dar, pero no de una manera sistemática e institucionalizada; en el caso de la mal llamada “guerra del Pacífico”, la barbarie chilena fue la regla general, tolerada e incentivada por sus propios dirigentes. No existe otra nación de América que haya practicado ese tipo de guerra en tiempos contemporáneos con otra nación supuestamente “hermana”; no hay duda que por eso y por mucho más actitudes demostradas con otros países vecinos, Chile es el auténtico JUDAS de Hispanoamérica, cuya perfidia difícilmente podrá ser superada en esta parte del mundo</span>
</td></tr>
</tbody></table>
<br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;"><b>LA PARTICIPACIÓN FEMENINA EN EL EJÉRCITO PERUANO</b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<b>Por: Virgilio Roel Pineda</b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Una de las muchas diferencias relevantes existentes entre el
poderío militar de Chile, enfrente del Perú y Bolivia, fue el referido a los
sistemas logísticos. Los mandos chilenos incorporaron en su sistema logístico
toda la experiencia europea, aunque por razones de incapacidad propia, no lo
hicieron siempre bien; pero en fin, había una organización que programaba el
aprovisionamiento alimenticio y de vitualla militar, con previsión del espacio
y teniendo en cuenta el sostenimiento de las tropas con los medios existentes
en el lugar; en el lenguaje chileno, este término quería decir robo y saqueo de
las poblaciones que fueran siendo ocupadas.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">El robo y el saqueo fueron una práctica que se impuso en el
ejército chileno de una forma tal, que el procedimiento se utilizó como un
señuelo de la soldadesca, a la que se le ofreció como atractivo que ejercieran
la práctica bárbara y bestial del saqueo, y como gran parte de esas tropas
provenían del hampa o tenía mentalidad delincuencial, la soldadesca chilena se
lanzó a la guerra buscando el momento de asaltar, robar, violar, destruir y
asesinar. Por supuesto que los mandos cumplieron casi siempre su promesa de dar
libre curso al saqueo, lo que hizo que en muchas ocasiones las orgías homicidas
de las tropas chilenas pusiera en peligro la misma seguridad de los cuerpos
castrenses; ese fue el caso, por ejemplo, de la noche y el día en que fue
saqueado, incendiado y destruido Chorrillos, ocasión en que los soldados
chilenos, en la cúspide de su dantesco festín, se asesinaban entre ellos,
porque ya habían acabado con la población civil indefensa, contándose 300
muertos chilenos por tal desenfreno; en ese momento, Cáceres estaba seguro que
un ataque peruano pudo haber aplastado a los invasores, sobresaturados de
licor. Un indicador del estado de ánimo de esas tropas lo expresa el hecho que,
cuando los mandos chilenos se comprometieron ante el cuerpo consular a no
saquear Lima (después de la batalla de Miraflores), tuvieron dificultades con
sus tropas porque éstas querían que sus jefes cumplieran su promesa de
permitirles el saqueo, el incendio, la destrucción y el robo de la capital
peruana. Esta inclinación básicamente criminal es la que siempre conservó y
cultiva el ejército chileno.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">La logística del ejército peruano, en cambio, era rudimentaria
y, además, su administración era ejercida sin mucha honradez por los
habilitados. Por eso, con mucha frecuencia, había falta de vituallas y de
alimentos; y como la cocina era habitualmente mal conducida, simplemente la
fuerza armada peruana no hubiera podido existir sin la (compañera del soldado.
Esto no es una frase, es una inconmovible realidad histórica: hasta fines del
Siglo XIX, los ejércitos peruanos no habrían podido supervivir, o mejor
digamos, no serían siquiera imaginables sin esa india modesta que iba tras su
marido o su compañero que había sido enrolado; ella no pidió nunca nada, ni
reclamó ningún reconocimiento y siempre estuvo dispuesta a realizar toda clase
de sacrificios. Sus antecesoras son las esposas de los soldados que en el incario
iban a todas las campañas, porque el ejército tawantinsuyano en esto fue, como
en muchas cosas, excepcional: era mixto, femenino y masculino; nunca el soldado
inca podía ir solo al combate, porque la unidad hombre-mujer tenía que estar
siempre presente. Esta es una de las causas que explican la generosidad, el
respeto y la casi suavidad con que los incas condujeron su política militar.
Después, en los largos años de la colonia, la mujer vuelve a tomar su papel
activo en las fuerzas libertarias, siempre al lado de su compañero,
atendiéndolo, pero también combatiendo a su lado con singular bravura, tal como
lo haría en todas las guerras republicanas.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">En la Guerra del Salitre nuevamente la vemos preocupándose
de la alimentación del soldado, así como de su atención general; va con los
reclutas a los arenales de Tarapacá y asiste a los combates, atiende a sus
heridos y entierra a sus muertos; y sin tiempo siquiera para disfrutar del
triunfo, participa en la terrible marcha a través del peor desierto del mundo,
para alcanzar Arica; en el trayecto, mientras la tropa acampa de día, ella
busca hierbas y caza animales para improvisar una magra pero salvadora comida,
y sin tomarse ningún descanso, cura a los heridos y a los lacerados, y cuando
llega la noche se echa al hombro los menajes, los recipientes con el poco
liquido que había conseguido y ayuda llevando parte de la impedimenta; con toda
esa carga ala espalda marchó con pies descalzos al paso persistente y uniforme
de la columna. Y como si todo eso fuera poco, saca energías no se sabe de
dónde, para ayudar a los soldados rezagados y para dar aliento a quienes
llegaban al límite de su resistencia; y cuando, tras la infernal marcha, los
sobrevivientes arribaron al puerto de Anca, esas mujeres sublimes se desprendieron
de las formaciones, porque estaban demasiado ocupadas para recibir los
homenajes que se prodigaron a los héroes.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Esas increíbles mujeres asistieron a toda la campaña de
Tacna; muchas murieron en los campos del Alto de la Alianza (o del cerro
Intiorqo). Tampoco faltaron a la cita del Morro de Anca; en su notable
humildad, asistieron al drama con enorme valor; probablemente se inquietaron
algo por lo que habría de venir, pero ninguna faltó al combate del Morro,
efectuado el 7 de junio de 1880: permanecieron firmes durante el asalto enemigo
y muchas murieron defendiendo a sus compañeros, cuando fueron objeto del repase
a cuchillo; en todo caso, ninguna retrocedió. Dando fe de su heroicidad
infinitamente modesta, 300 de estas mujeres cayeron como prisioneras de guerra,
a manos del enemigo.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Debido a las gestiones realizadas por el Presidente de la
Asociación de la Cruz Roja, J.A. Roca, esas 300 mujeres, prisioneras de guerra,
fueron embarcadas en Arica con destino al Callao, a donde llegaron el 22 de
junio. En este puerto, tomaron sus pocas pertenencias y así como lo habían
hecho las indias apresadas en Pisagua y San Francisco, calladamente tomaron el
camino de sus pueblos, a donde llegaron a pie. Sus nombres ni siquiera son
recordados, y si alguien los registró, pronto fueron echados al olvido, sin que
jamás ellas reclamaran.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Pero tampoco se recuerdan los nombres de esas otras
indiecitas, tan amorosas y tan inacabablemente heroicas, que acompañaron a los
reclutas que defendieron Lima, ni a las que hicieron toda la campaña de la
Breña. A ellas tampoco les importó que sus nombres fueran incluídos en alguna
lista; para ellas, vivir sacrificada y heroicamente era un deber que lo
asumieron con desconcertante simplicidad.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: large;">Y como si el olvido no fuera suficientemente ingrato,
ciertas gentes pretendieron ridiculizarlas llamándolas «rabonas»; a ellas cuya
grandeza contrasta con la pequeñez de quienes así las han tratado siempre.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
(Tomado de: Historia del Perú. Independencia y República. En
el proceso Americano y Mundial. Pág. 208-210. GH Herrera Editores).</div>Alvaro_Arditihttp://www.blogger.com/profile/14539331879245684555noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1233678831969495662.post-45867730553756118632011-08-07T08:52:00.000-07:002011-08-07T09:06:51.059-07:00RAÍCES VIRREINALES DEL PERÚ REPUBLICANO<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcrI6xbq3CMPUJnT5FoHaPQoMA7c2Scr6vGsgnPn-fOdOLq4emPsHUBLk8Fgj6CGmSrD0ParZjc_a-FUBlCLFq7SegvF0EqQkG2Jt2PaeA2t-IKdsoMzR5jADL2iB_BwgZHlcCS9AOQnw/s1600/06040202.GIF"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; DISPLAY: block; HEIGHT: 281px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5638144980813016194" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcrI6xbq3CMPUJnT5FoHaPQoMA7c2Scr6vGsgnPn-fOdOLq4emPsHUBLk8Fgj6CGmSrD0ParZjc_a-FUBlCLFq7SegvF0EqQkG2Jt2PaeA2t-IKdsoMzR5jADL2iB_BwgZHlcCS9AOQnw/s400/06040202.GIF" /></a><br /><br /><div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsdY-nlqKG9jiHS3sruZ0wknmh2e-_GBVGZNTaKxIvEZIsA7Ik3i02lvoxKggHu_SmoBBWubLAMhbUq3rsWmBQePiKYPm3VuEpyVvjsofCE1-OoS4mG6F5t3t1sYIhy3RW1WPfKGN7oyw/s1600/06040201.GIF"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; DISPLAY: block; HEIGHT: 281px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5638144975149185362" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsdY-nlqKG9jiHS3sruZ0wknmh2e-_GBVGZNTaKxIvEZIsA7Ik3i02lvoxKggHu_SmoBBWubLAMhbUq3rsWmBQePiKYPm3VuEpyVvjsofCE1-OoS4mG6F5t3t1sYIhy3RW1WPfKGN7oyw/s400/06040201.GIF" /></a><br /><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o:p><span style="font-family:Times New Roman;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;">¿Hasta qué punto la guerra de emancipación liberó al Perú como república naciente? Los grupos de poder desarrollados a la sombra del coloniaje ganaron la guerra para sí, pero no para la inmensa masa analfabeta de indios, cholos, negros y criollos pobres. La historia enseña cuando es crítica, iconoclasta. Aquí el historiador nos ofrece unos puntos reflexivos creemos que oportunos, en este momento crucial para la patria castigada, que busca paz y vida a partir de una identidad nacional aún no forjada totalmente.</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;"></span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;color:#ff0000;"><strong>Escribe Juan José Vega</strong></span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Muchos son quienes creen que fue fácil el surgimiento de las instituciones republicanas.</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Vale la pena revisar algo del nacimiento de los poderes públicos en el país porque no fue sencillo el tránsito del virreinato a la república, a causa del lastre feudal que entonces dominaba y del cual queda todavía un buen peso.</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">La verdad es que en la iniciación de nuestra vida independiente lo que se formó fue una república virreinal.</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Casi todos los vicios coloniales quedaron en pie, a pesar de los esfuerzos de quienes se jugaron la vida en las guerras emancipatorias. Sencillamente sucedió que los sectores tradiciones se opusieron con tenacidad a los cambios; éstos mal que mal, representaban algunos pocos pasos hacia adelante, a nivel urbano cuando menos. Rechazada la evolución, se produjeron inauditas mezclas jurídicas y un absoluto desprecio por la realidad. La ley fue ficción. Se traficó sin reparos con las aspiraciones legítimas de los pueblos. La "generación romántica" que<span style="mso-spacerun: yes"> </span>según J.M. Mariátegui- realizó la Independencia fue desbordada. Luego vencida. No faltó Mariscal del Perú, que decepcionado de todo, se metió un tiro vestido con su uniforme de gala.</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">El punto que más se necesita aclarar es el de la ausencia del pueblo. El sistema republicano entonces vigente establecía el voto indirecto. De modo que el escaso porcentaje de personas alfabetas las únicas con derecho a ese voto recortado elegía a los verdaderos electores. Estos integraban una diminuta minoría pero elegían a todos, de Presidente para abajo</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Estos "grandes electores" debían acreditar propiedad y/o renta. Peor todavía, en el primer Congreso del Perú<span style="mso-spacerun: yes"> </span>como gran parte del país seguía ocupado por el Virrey de España<span style="mso-spacerun: yes"> </span>se logró fórmulas en las cuales Cuzco, por ejemplo, acabó contando con sólo ochenta electores; Guamanga (Ayacucho) ochenta; e igual en todo lo demás. Así nació ese Parlamento de 1822. No extraña que se eligiera como Presidente a un hábil reaccionario que jamás había figurado para nada en los años previos, salvo para discretas distinciones del Estado español: el clérigo Luna Pizarro.</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">En general, existió un profundo menosprecio hacia el pueblo</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Los grupos dominantes no creían en la igualdad democrática básica.</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Eran racistas. Quien mejor expresa estos sentimientos de superioridades Felipe Pardo y Aliaga, encumbrado personaje educado en España, quien en un poema a su hijo le expresa: </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">“Dichoso hijo mío, tú </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">que veintiún años cumpliste: </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">dichoso que ya te hiciste </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">ciudadano del Perú. </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Este día suspirado </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">celebra de buena gana </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">y vuelve orondo mañana </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">a la hacienda y esponjado </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">viendo que ya eres igual </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">según lo mandan las leyes, </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">al negro que unce tus bueyes </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">y al que te riega el maizal".</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">El autor del "Niño Goyito" era enemigo implacable de indios, cholos y negros (por algo fue tan opuesto a Andrés de Santa Cruz).</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Dejó sus sentimientos expuestos en su decisiva acción política y a la vez en otras muchas excelentes piezas literarias. No ha sido nunca muy divulgado su poema "El Rey'", sátira contra el pueblo peruano que emergía de la noche colonial:</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">EL REY NUESTRO SEÑOR</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Invención de estrambótico artificio, </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">existe un rey que por las calles vaga:</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Rey de aguardiente, de tabaco y daga,</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">a la licencia y al motín propicio;</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">voluntarioso autócrata, que oficio</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">hace en la tierra, de ominosa plaga:</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Príncipe de memoria tan aciaga,</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">que a nuestro Redentor llevó al suplicio; </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Sultán que el freno de la ley no sufre</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">y de cuya injusticia no hay reintegro; </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">rey por Luzbel ungido con azufre; </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Czar de tres tintas, indio, blanco y negro, </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">que rige el continente americano, </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">y que se llama<span style="mso-spacerun: yes"> </span>Pueblo Soberano.</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Varios otros escritores de aquella época se burlaban de los derechos del pueblo y alguno llegó a hablar, con indudable ingenio, de la "Sober asnía", mirando tanto el desconocimiento del pueblo sobre las leyes cívicas como la ignorancia crasa de muchos que intentaban representarlo en los diversos escalones del Estado, tomados al asalto por las nuevas "clases políticas".</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">La aristocracia colonial habría así de conservar sus privilegios económicos virreinales, aunque tuviese que ceder parte de su sitio a los nuevos grupos medios, perfectamente controlados, además. Pero como les desagradaba la presencia de los intrusos mesocráticos<span style="mso-spacerun: yes"> </span>corruptos muchísimos<span style="mso-spacerun: yes"> </span>las esferas tradicionales, principalmente sus exponentes más recalcitrantes, llegaron a plantear su total repudio al nuevo sistema. Anhelaron un retorno al pasado (sentimiento visible en 1865 y 1866). De hecho, bastantes criollos se fueron a España. Habían sido peruanos a la fuerza.</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Juan de Arona, otro aristocrático personaje del tipo de Felipe Pardo, habría de expresar su visión sobre el sistema democrático vigente:</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">“Negros idiotas, chinos catecúmenos,</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">y blancos patrioteros mas sin fe,</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">que invocan a los pueblos, energúmenos,</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">para darles después un puntapié':</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Las críticas del sector aristocrático del Perú se orientaban a todos los escalones de la sociedad; no olvidemos, además, que siendo muchos de ellos de integridad personal veían con horror el enriquecimiento desatado de tantos falsos patriotas que llegaban a los puestos públicos sólo con afán de riquezas. Como resulta obvio, la figura de la Presidencia era de las más atacadas, atendiéndose también al hecho de la escasa preparación de muchos de nuestros gobernantes. Una de las más suaves diatribas fue el punzante poema del mismo Arona, sobre los jefes de Estado:</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">"Mi hijo no va al colegio ni irá nunca, </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">toda carrera al parecer se trunca, </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">pues no señor, que la apariencia miente </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">está estudiando... para Presidente</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Y muchos eran los ciudadanos deseosos de que —vía las ánforas—“los peruanos cayeran en su garra”; por eso, curiosamente, contra nuevos ricos y arribistas no faltaron aristócratas que, rechazando a los voraces grupos emergentes (allí nació casi toda nuestra "burguesía”), se acercaron un poco al pueblo. Es el caso del mentado Pardo, que en un rapto de conmiseración o asqueado de la perversión del mal civismo se apiadó del campesino, del "indio rudo".</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">"que proclamado libre, vive abyecto, </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">los puntapiés sufriendo humilde y mudo,</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">con que lo favorece el subprefecto.</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">¡Oh escarnecida libertad! ¡Tu escudo </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">es para el indio de pasmoso efecto! </span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">¿Trotar a pie le mandan? -Calla<span style="mso-spacerun: yes"> </span>y trota.</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">¿Votar? Recibe su papel y vota".</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">Y basta por hoy, que para evocaciones de otras épocas, ya es bastante.</span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;"></span></o:p></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;"></span></p><br /><p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-family:Times New Roman;">(Publicado en el diario “La República”, el 19 de Noviembre de 1989)</span></p><br /><br /><div></div><br /><div align="center"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguAGJGee2PQDvJ_gUfoyoKJioNANl5yJgL6HMVnTjuYakGwAPmKt6k1GbvqLU_1hywNO9zz7-xJWBvVqL8laVjZvzy_SuyDWPpaX08wyUhH62Xt4Z6dOywYgaqGWRgIaSDOBeQ2kTu0SA/s1600/LIMA-inicios+de+la+Rep%25C3%25BAblica2.jpg"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 400px; DISPLAY: block; HEIGHT: 288px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5638144976269468018" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguAGJGee2PQDvJ_gUfoyoKJioNANl5yJgL6HMVnTjuYakGwAPmKt6k1GbvqLU_1hywNO9zz7-xJWBvVqL8laVjZvzy_SuyDWPpaX08wyUhH62Xt4Z6dOywYgaqGWRgIaSDOBeQ2kTu0SA/s400/LIMA-inicios+de+la+Rep%25C3%25BAblica2.jpg" /></a><span style="font-size:85%;"> Lima a principios de la República<br /></span><br /><br /><br /><br /><br /><div></div></div></div>Alvaro_Arditihttp://www.blogger.com/profile/14539331879245684555noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1233678831969495662.post-55295133203968710252011-07-26T10:46:00.000-07:002011-08-07T08:51:39.373-07:00LA GUERRA DE LOS VIRACOCHAS<div align="center"><span style="font-size:130%;color:#3333ff;"><strong>LA RESISTENCIA INCA FRENTE A LOS ESPAÑOLES</strong></span><br /><br /><span style="font-size:130%;">Durante mucho tiempo, una historiografía falsaria de España y Latinoamérica difundió la especie falsa y absurda de que tras la captura y muerte del inca Atahualpa en 1533 se consumó la caída del Imperio de los Incas. Un historiador peruano, Juan José Vega, desde la década de 1960 desmontó ese abominable mito de manera documentada, demostrando que la resistencia inca se prolongó por muchos años más, y fue mucho más intensa de lo que hasta entonces se creía; que si desgraciadamente triunfaron finalmente los españoles, fue debido al apoyo que estos recibieron de muchas etnias que estaban bajo la dominación de los incas, como los Chachapoyas, Huancas y Cañaris, que sumaban cientos de miles. Lamentablemente, España y el resto de Latinoamérica está plagada de ignorantes que naturalmente desconocen estos hechos y crean estereotipos como la del peruano indolente que se dejó pisotear fácilmente por el conquistador hispano. La historia dice todo lo contrario, que al español le costó un enorme esfuerzo concretar su ambición de conquistar lo que en su momento fue el único Imperio al sur de la línea ecuatorial; miles de conquistadores hispanos que sucumbieron a lo largo y ancho de ese imperio y cuyos cráneos fueron convertidos en recipientes para libar chicha y sus pieles en forro de tambores así lo prueban fehacientemente.</span><br /><br />Volvamos al punto. Hasta la década de 1960, la caída del Imperio de los incas se explicaba tradicionalmente atendiendo a varias causas, como por ejemplo el factor sorpresa empleado por los españoles, la presencia de animales desconocidos como los caballos y la división reinante entre los hermanos Huáscar y Atahualpa al momento de producirse la invasión española.<br /><br />La tesis de la colaboración india recibida por los invasores españoles como causa primordial de la fácil derrota del Incario fue formulada por primera vez de modo concreto por Juan José Vega (1963). Por su parte, Waldemar Espinoza Soriano (1973) ofreció nuevas luces sobre el tema, estudiando el caso particular del colaboracionismo prestado a los españoles por los huancas, así también como el de la nación chachapoyana, que había ocupado su atención desde que era estudiante (1967).<br /><br />La tesis de la colaboración india como causa principal del desmoronamiento del Incario se engrana perfectamente con el propugnado sobre la guerra fratricida entre Huáscar y Atahualpa. Fueron en el fondo estas rencillas las que llevaron a lo que Juan José Vega con lucidez describe en la siguiente frase: “La conquista europea tomó forma de insurrecciones regionales contra el Inca”. Por cierto que de acuerdo a esta posición la conquista no terminó con la muerte del Inca en Cajamarca, sino que recién marcó el inicio de la lucha entre hispanos y andinos, siendo el adalid de la resistencia andina el inca Manco.<br /><br />A continuación, un artículo de Juan José Vega donde concisamente explica su tesis (introducción al libro LA GUERRA DE LOS VIRACOCHAS, Lima, Populibros Peruanos, 1963).<br /><br /></div><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 258px; DISPLAY: block; HEIGHT: 400px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5633722326642397058" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBL1NXvF1FB9R_o7-fsUK8Ypr-xH3fkJfBIfxpszaUeI1BEyxOdOOlhw61Ar8aIqoSKUDNOG6B4ZVyzbY_dcqlgQXr2hlhKW8fhoe_iyvYobun0TLjVe-5LBZ1cNtcwZCbCQnz7X_bHq8/s400/Juan+Jos%25C3%25A9+Vega.jpg" /> <br /><p align="center"><span style="font-size:85%;color:#ff0000;"><strong>Juan José Vega</strong></span><br /></p><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 300px; DISPLAY: block; HEIGHT: 400px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5638136342643220834" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3s_aGQfxnKzbEkHgoXlRMJv95A9wIJSqZdUFhJwVKMmkiNv-AFREE1e5nnUi2LXbcKYmPJ8NxJLJCwlBShxlirOU-OjtOsVBxWmublYTT7t9aO1-j0AaRpp-ZtE8fXK1nmHgV2OciM7s/s400/UN+INCA+A+CABALLO.jpg" /><br /><br /><p align="center"><span style="font-size:85%;">Un Inca a caballo, imagen representativa de la guerra de reconquista inca.<br /></span></p><br /><br /><p align="justify"><span style="font-size:130%;"><span style="color:#3333ff;"><strong>LA GUERRA DE LOS VIRACOCHAS<br />(Visión Autóctona de la Conquista del Perú)</strong></span><br /></p></span><br /><br /><p align="justify"><span style="color:#cc6600;"><strong>Por: JUAN JOSÉ VEGA</strong><br /></span><br /><span style="font-family:times new roman;font-size:130%;">Ordinariamente se ha estimado que la Conquista del Perú acabó con la ejecución de Atao Huallpa; y así se enseña todavía. Pero no existe afirmación más falsa. Cuando el Inca fue agarrotado en Cajamarca, las guerras de los conquistadores contra los caudillos indígenas no se habían iniciado aún.<br /><br />En efecto, fue sólo con el anuncio de su ejecución de aquel monarca indígena que sus generales, muerto ya su señor —liberados por tanto de toda promesa de pasividad—, empezaron las campañas militares contra los cristianos. Se iniciaron entonces las cruentas guerras de la Conquista del Perú; luchas en las cuales el español tuvo siempre a su lado a decenas de miles de indios aliados. Fue aquel un prolongado proceso heroico de cien batallas hasta hoy ignoradas por nosotros. Gloriosa resistencia que nos enorgullece con varías triunfos incaicos sobre las armas hispánicas. Épicas campañas en las cuales se formó un audaz pelotón de caballería peruana; y una elemental arcabucería incaica. Larga lucha que sólo habría de cerrarse con el asesinato de Manco Inca en las montañas de Vilcabamba la Vieja.<br /><br />Por estas ideas nuestro libro constituye el primer intento peruano de escribir la historia de la conquista del Perú en forma integral. Pero posee, además, otra característica, que señalamos con interés. La de presentar también la “visión de los vencidos” y no sólo la de los vencedores. Al igual que un cronista del siglo XVI podemos afirmar nosotros que hemos trabajado esta obra “prosiguiendo la descendencia de los Reyes Incas de este reyno, y lo a ellos perteneciente, sin tratar despacio las cosas de los españoles, que por otros han sido ya tratadas”. De ahí que tanto resaltemos las victorias cuzqueñas sobre las mesnadas castellanas.<br /><br />Tales afirmaciones no pueden extrañar. La Conquista Española fue, en realidad, el fruto de varias guerras; y se logró en un dilatado ciclo, muy sangriento, durante el cual brilló el valor de un pueblo que se resistía a la dominación extranjera. Etapa aquella en la que, asimismo, resaltó la astucia por encima de las virtudes del soldado. Los conquistadores, en efecto, si bien empezaron utilizando a miles de indios nicaraguas, guatemalas y panamás, así como a gran cantidad de negros africanos, pronto supieron, astutamente, obtener un apoyo mucho más efectivo. Engañando a numerosos caciques peruanos, apareciendo como dioses, y ofreciendo autonomía y privilegios, así como corrompiendo a jefezuelos locales, consiguieron la adhesión de numerosos régulos indígenas. Creemos que a la osada voluntad de aventura, sumaron siempre los castellanos la treta y la trampa. Cosas corrientes en aquellos tiempos y que el Occidente por igual aplicó, en todas partes, durante la conquista del mundo.<br /><br />Aquí en el Tahuantinsuyo los españoles, dotados de cerca de medio siglo de experiencia en la sujeción de América, emplearon, con gran éxito, una antiquísima máxima: dividir para vencer. Lanzando a unos indios contra otros fueron destruyendo, en cruentas batallas, a los dos fuertes núcleos incaicos: Cuzco y Quito. Pero los cristianos no sólo azuzaron los odios mortales que dividían a las aristocracias Hanan y Hurin de estas dos metrópolis. Simultáneamente favorecieron el alzamiento de poderosos curacazgos integrantes del Imperio de los Incas.<br /><br />Cuzco y Quito, así, no sólo se combatieron ferozmente con trágica e implacable saña, mientras los españoles se fortalecían en el Perú. Libraron también guerras intestinas. Cuzqueños y quiteñistas hubieron de soportar dentro de sus respectivas áreas de influencia, una insurrección de curacas súbditos en varias de las más importantes comarcas del Tahuantinsuyo. Estos caudillos indígenas locales, con su ciega rebeldía, fueron instrumentos inconscientes de los cristianos en la lucha hispánica contra los principales centros incaicos.<br /><br />Esta fragmentación interna fue aun más notoria cuando la gran sublevación de Manco Inca. Con tantas discordias se careció de elementos esenciales para la consecución del triunfo: simultaneidad en los pronunciamientos sincronización entre los dirigentes; unidad en la estrategia. Fue funesto a los rebeldes que, a causa de rencillas aristocráticas y de odios dinásticos, jamás lograse Manco unir a todas las fuerzas nativas; las que, juntas habrían resultado imbatibles. La sublevación carecía de mando único y, con frecuencia, los peninsulares utilizaron hábilmente a su favor estas escisiones y, atizándolas, lanzaron a unos indios contra otros.<br /><br />Sucedió así que hubo varias rebeliones en lugar de una maciza. Cada señorío procedió por su cuenta, levantándose a destiempo y acatando a sus caciques, quienes no siempre mantuvieron fidelidad a las exigencias populares. Distintos régulos por rivalidad con los Incas, no prestaron suficiente respaldo al movimiento central cuzqueño. Asimismo, ciertos Curacas engañados por la perfidia del agresor, o corrompidos por los españoles, lucharon, al igual que en México, al lado de los conquistadores, siguiéndolos en tan equívoco empeño, considerables masas de indios sometidos al mandato irrefutable de esos soberanos locales.<br /><br />El Inca contó de modo permanente sólo con el poderoso núcleo tribal forjador del Tahuantinsuyo: los clanes gloriosos de los Cuzcos. Estos ayllus, creadores del Imperio Incaico, fueron el alma de la insurrección. Allí, en la estrecha franja ceñida por los ríos Vilcanota y Apurímac, estuvo el baluarte principal de la resistencia. Guerreando contra España, aspiraban a reconstruir el perdido Tahuantinsuyo. Distinta fue la actitud de otros grupos nativos. En efecto, las demás “naciones” autóctonas combatientes intervinieron, aunque con valentía, sólo en una que otra fase de la Reconquista sin aceptar la supremacía de los Cuzcos. Aspiraron a su propia autonomía.<br /><br />Pese a esa situación, tan adversa, las derrotas ibéricas frente al Inca fueron numerosas. Podrían relievarse las infligidas a Hernando Pizarro en Ollantaytambo y a Gonzalo Pizarro en Chuquillusca; y estas batallas no constituyeron excepción. Manco venció a diversos jefes castellanos en Pillcosuni, Curahuasí, Jauja y Yeñupay. Por años tuvo en jaque a sus enemigos. Pero esto no fue todo.<br /><br />Para comprender integralmente la magnitud de la Guerra de Reconquista, cabría agregar los sitios largos de Cuzco y Lima y los encuentros ganados por los lugartenientes del Inca. Tal 31 caso de las victorias alcanzadas por Titu Yupanqui, quien, sucesivamente, deshizo cuatro ejércitos conquistadores: los de los Capitanes Diego Pizarro, Gonzalo de Tapia, Cristóbal de Mogrovejo y Alonso de Gaete. De los mílites de esas magníficas expediciones, apenas quedaron vivos unos pocos: acabaron como siervos de Manco Inca. Campaña apoteósica la de Titu Yupanqui que culminó en la fuga de las tropas de Francisco de Godoy, ante las fuerzas incásicas que avanzaban, invencibles, hacia el océano. Fue entonces cuando los cuzqueños cercaron Lima. Otros héroes victoriosos fueron Ylla Tupac y Tisoc Inca, en el centro del Imperio y en el Titicaca, respectivamente.<br /><br />¡Indios contra indios! Tal fue en realidad, el secreto de la rápida conquista del Tahuantinsuyo; porque las guerras de la penetración castellana eran, esencialmente, sanguinarias campañas de unas confederaciones tribales contra otras. Atroz contienda entre indios. Espantosas guerras civiles que los españoles aprovecharon hábilmente y sin escrúpulos. Anarquía política que los castellanos supieron reforzar a través del atizamiento del espíritu levantisco de numerosos régulos indígenas contra el orden imperial incaico.<br /><br />Pero la crisis dinástica incaica, al momento de la conquista española, no puede explicarlo todo. Existían factores más profundos. Al caos político indígena se agregaron elementos que no eran fruto de las circunstancias de última hora, sino derivados de la esencia misma del Tahuantinsuyo. Nos referimos a la conformación multitribal del Imperio de los Incas. Como todo Imperio, fue un Estado constituído por diversas “nacionalidades”. Vastos señoríos separados entre sí por lenguas, dioses, costumbres, leyes y tradiciones. Eran federaciones cuyas altivas aristocracias, vencidas poco tiempo atrás por los Incas, apenas si permanecían sujetas por la autoridad imperial. No existía sentimiento nacional. Al ser atacada la organización incaica en su base por los conquistadores, muchos Curacas —ingenuamente— no vacilaron en dar su decidida adhesión a los cristianos, a los cuales, con frecuencia, se vio como portadores de autonomía local.<br /><br />El Tahuantinsuyo no se hallaba, pues, suficientemente cuzqueñizado al producirse la agresión hispánica. La acción Unificadora del Cuzco había durado demasiado poco; y mucho faltaba aún Para que se formara una línea mínima de conciencia nacional, que comprendiese a todos los pobladores del imperio. Por ello, en algunos casos, el nivel político, todavía poco desarrollado en el Perú pre-hispánico hizo ver a los cristianos, no como conquistadores sino como libertadores. La conquista europea tomó forma de insurrecciones regionales contra el Inca.<br /><br />Los españoles fueron así penetrando al Imperio. Auxiliaban a uno u otro bando según las conveniencias del momento. Aprovechando el caos, burlando a los jefes indios, minaron toda posibilidad de resistencia organizada. Frente al arrojo de los cuzqueños que se lanzaban sin miedo Contra el acero y el fuego, pudo más la astucia de los peninsulares, quienes eran protegidos por grandes masas de indios aliados. Las energías incaicas se gastaron en la lucha fratricida. Las de Occidente, en cambio, se aplicaron en objetivos muy concretos y perfectamente determinados.<br /><br />Fue en medio de estas condiciones que se hizo factible el que unos diez mil españoles conquistasen el Perú en un decenio, cayendo dos mil de ellos en la lucha. Verdaderamente, tan reducida cifra de conquistadores llamó siempre la atención porque se había descuidado el estudio de la crisis interna que sufría la sociedad incaica. Y tal vez porque, también, olvidábamos que tal clase de derrumbes se han producido numerosas veces en la historia universal. Al respecto quizás el ejemplo más categórico lo proporcione el formidable Imperio Persa. Abarcaba desde el Danubio hasta el Indo, pero fue destruído por un pequeño número de falanges de Alejandro. Ocurrió así merced a terribles tensiones internas que afrontaba Darío III Codomano; las cuales estallaron ante la presencia del conquistador macedonio. Aunque ejemplo no menos válido lo proporciona la misma España Visigótica que apenas en un par de años fue conquistada desde Gibraltar hasta los Pirineos por sólo trescientos árabes, seguidos de algo más de cinco mil auxiliares bereberes norafricanos. Las luchas internas españolas frustraron una resistencia eficaz. Tanto la aristocracia coma el pueblo estuvieron divididos; en ambos grupos hubo una fracción poderosa a favor de los musulmanes invasores.<br /><br />Aquí, por igual, se desintegró el Estado Incaico. Los curacas levantados contra Cuzco o contra Quito no midieron la trascendencia de su actitud. Como carecían de una conciencia nacional única, cada aristocracia actuó conforme a lo que creyó conveniente en aquel momento. La Política, —como se ha dicho— no era aun una ciencia muy avanzada entre aquellos nuestros pueblos de totems y de magia y de sagrados señoríos. Pero sí, en cambio, la Política gozaba de plenitud de desarrollo entre los peninsulares, quienes procedían de un mundo ya en plena mentalidad lógica.<br /><br />Así, mientras el Cuzco, —y con él buena parte del Tahuantinsuyo—, reconoció al principio como intocables dioses a los españoles, otorgándoles el divino nombre de Viracochas, los conquistadores, duchos en los más arteros menesteres de la guerra, mantuvieron falazmente el engaño. Poco, pues, podían hacer indios que aún creían en deidades Viracochas salidas de las aguas, contra españoles venidos de la Europa Renacentista, cuyos ídolos eran el dinero y la inteligencia. Era el enfrentamiento de la franca amoralidad política del Occidente del siglo XVI con un pueblo que aún se enorgullecía del ama llulla”, del “no mentir”.<br /><br />“El fin justifica los medios”, era un pensamiento que se practicaba con naturalidad en el viejo mundo, aunque no se confesase. Aventureros salidos de esos pueblos europeos fueron los que chocaron contra la sencillez de las colectividades antiguas del Perú. No sólo se enfrentaron, pues, el hierro contra a piedra y el arcabuz a la valentía elemental. Los dos mil quinientos años de evolución histórica que separaban al Tahuantinsuyo de España se reflejaron, por cierto, en ausencia de rueda y alfabeto, de pólvora y acero, de corceles y navíos entre nuestros indios, pero también plasmó tan dilatado lapso de diferenciación cultural en una conciencia política de menor desarrollo. En una mentalidad más llana; menos capaz del complicado juego de intrigo y ardid. Recursos que tanto cuentan en toda invasión.<br /><br />Por estos motivos, con mayor razón aún, rendimos honores a los guerreros indígenas, especialmente cuzqueños, que cayeron heroicamente en defensa de su patria. A los que supieron morir en los mil combates que jalonan la historia de la Conquista del Perú. Titanes de la talla de Cahuide, negados hasta ahora en las historias oficiales. Héroes que hoy el pueblo peruano empieza a recuperar de un injusto olvido.<br /></span><br />(1963). </p><br /><br /><p align="justify"></p><br /><br /><p align="justify"></p>Alvaro_Arditihttp://www.blogger.com/profile/14539331879245684555noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-1233678831969495662.post-27750661845763525212011-07-25T11:07:00.000-07:002011-07-25T17:15:25.592-07:00LA REVOLUCIÓN INDÍGENA DE TÚPAC AMARU II<strong><span style="font-size:130%;color:#3333ff;"></span></strong><br /><strong><span style="font-size:130%;color:#3333ff;"></span></strong><br /><strong><span style="font-size:130%;color:#3333ff;">GENOCIDIO ESPAÑOL EN AMÉRICA, UNA VERDAD DE PUÑO.</span></strong><br /><br /><span style="font-size:130%;color:#660000;"><strong>La represión española de la gran revolución indígena de Túpac Amaru II en el Perú colonial (1780-1781) dejó un saldo pavoroso de 200.000 víctimas, una historia que pocos conocen.</strong></span><br /><br /><br />Un tópico ya muy recurrente en los medios históricos hispánicos es aseverar que los españoles no cometieron genocidio en América, y que la muerte de millones de indígenas durante la Conquista fue debido a otros factores, como las epidemias. O no consideran como genocidio la represión indiscriminada de las rebeliones a lo largo de la colonia, muchas de las cuales fueron de dantescas proporciones en lo que respecta a víctimas ocasionadas, ya que según el criterio hispanista, esto es algo “normal”, tratándose de represión de sublevaciones. Sin embargo, podemos afirmar sin resquicio de duda que si hubo casos puntuales de genocidio, si se entiende por genocidio la exterminación sistemática de grupos humanos de todo tipo (no solo el racial o religioso, como generalmente se cree), incluyendo, por ejemplo, a los habitantes de una aldea o un pueblo. Fuera de los casos más conocidos en la historiografía latinoamericana, mencionamos como ejemplos el genocidio cometido por el conquistador Alonso de Alvarado en los Andes centrales del Perú, el conquistador Francisco de Chávez en Conchucos, el general José Carratalá en el pueblo de Cangallo (este caso ya bajo la época de la emancipación), y un largo etc. Las rebeliones de los indígenas, que empezaron con Manco Inca y continuaron con otras producidas a lo largo de los siglos XVI al XVIII produjeron también un saldo espantoso de víctimas, pues la represión indiscriminada no respetaba a mujeres, niños o ancianos. Pocos fuera del Perú (e incluso dentro) ignoran también el número de hombres andinos (mal llamados “indios”) que murieron en la salvaje represión de la revolución de Túpac Amaru II: los verdugos, esto es, las autoridades españoles, calcularon en unas 120.000 las víctimas, pero como quiera que la versión oficialista tiende a disminuir el número de muertos, cálculos más realistas estiman en 200.000 los peruanos sacrificados por orden y complacencia de Su Majestad Católica, cuyos descendientes aun reinan en la península ibérica, para vergüenza de la humanidad. Si se tiene en cuenta que por entonces, el número de habitantes del territorio que hoy conforma el Perú no pasaba del millón de habitantes, hablamos pues del 10 al 20% de su población; si en alguna nación moderna ocurriera esto, todos concordaríamos en que se trata de un genocidio, pero claro, los hispanistas tratan de tapar el sol con un dedo y quieren lavar el cerebro a las nuevas generaciones afirmando que no hubo genocidio, pues “esa no fue la intención de los españoles”. ¿Habrá que llamarle entonces “genocidio involuntario”? Pero esto ya suena a estupidez. Ahora nos dicen que esa ya es historia pasada, y efectivamente, ya lo es, pero molesta que entre los españoles de ahora se ignore esta historia y se desconozca los descalabros que su administración colonial ocasionó en América, mientras que su gente “docta” traten de negar o minimizar ello, aduciendo supuestas “leyendas negras” o incluso afirmen que hicieron una labor “grandiosa e incomparable” en América. ¿Algún español promedio conoce acaso quién fue José Gabriel Condorcanqui, conocido como Túpac Amaru? Cuando hacia ya casi una década visitó el Perú el presidente del gobierno español José María Aznar y fue recibido en el Salón Dorado del Palacio de Gobierno del Perú, los periodistas españoles ignoraban a quien pertenecía el retrato ensombrerado que reluce al fondo dicho salón; se cuenta que quedaron impresionados al saber que representaba a “cierto” caudillo peruano ajusticiado por los españoles durante la colonia. Se limitaron a comentar que en aquellos tiempos, nadie imaginaba que algún día España y el Perú se entenderían de igual a igual como naciones soberanas; pero, bueno está todo ello como anécdota, pero el fondo del asunto es que, aun tratándose de periodistas, la ignorancia de estos señores era tan grande como el peñón de Gibraltar y ya imaginemos el nivel cultural del resto de sus connacionales, la mayoría de los cuales ni puta idea tendrán sobre la ubicación del Perú o de algún otro país latinoamericano. Y encima quieren que rindamos honores a los descendientes de los genocidas, cada vez que algún miembro de su repugnante nobleza viene de visita a Latinoamérica. No esta demás recordar que esa “ilustre” dinastía borbónica desciende de un “perfecto idiota”, el rey Fernando VII, el mismo imbécil que celebraba los triunfos de los franceses mientras sus súbditos se batían contra los mismos luchando por su independencia. El mismo que mandaba a miles de sus soldados al matadero en que se habían convertido las colonias hispanas durante la Guerra de la Independencia Latinoamericana, sin optar por alguna otra solución que no fuera la desaforada y brutal represión, pues evidentemente su cerebro no daba para más. (Escrito por Alvaro Arditi, 25/07/2011).<br /><br /><br /><br /><br /><br /><div align="center"><br />A continuación, un artículo del ilustre hustoriador Juan José Vega sobre la gran revolución indígena de Túpac Amaru II.</div><br /><div align="center"><br /></div><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5633354346027625538" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 237px; CURSOR: hand; HEIGHT: 400px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidieDtpjcSqSdYNwczaVz98FhyphenhyphenFoOo9qQ3F5S_6zut6NHQkjFMs6d6X30uUoERxSD0NP7r_V7Ou0YThCLV7ebmRTr-P-xQvP95x6Vf2aHG5IlW6ezIPAF_rktqHx85qZYRqsIkGiYbbVY/s400/Tupac+Amaru+II.jpg" border="0" /><br /><strong><span style="font-size:130%;color:#3333ff;">LA REVOLUCIÓN INDÍGENA DE TÚPAC AMARU II</span><br /></strong><br /><span style="color:#996633;"><strong>Por: JUAN JOSÉ VEGA</strong><br /></span><br /><span style="font-size:130%;"><span style="font-family:times new roman;">Por sus ideas y hazañas, José Gabriel Túpac Amaru es quizás el peruano más importante de la historia universal. Por tanto, el personaje del milenio.<br /><br />Inteligente y audaz, José Gabriel constituía en sí mismo, en su persona, una mezcla vital: unía la autoridad de su sangre de rey inca con la impetuosidad del arriero que fue. Era convincente en el hablar y muy bueno con el lazo y el caballo. Duro con los fuertes y clemente con los pobres. José Gabriel fue a la vez astuto y decidido. Todo preveía y nada temió. Desde Tungasuca, una aldea casi inhallable en los mapas andinos, desafió al Imperio más extenso del orbe, aquel en cuyos inmensos dominios «no se ponía el sol». Peleó hasta el final y, tal como se acostumbra decir, murió en su ley.<br /><br />Amparó sus avanzadas concepciones sociales con un coraje a toda prueba. Con él –además--empieza la búsqueda de nuestra unidad nacional, sobre un país atrozmente dividido y una sociedad estratificada en castas y razas. Con su acción remeció América. Ciento veinte mil muertos dejó la epopeya andina que protagonizó, y fueron sus enemigos quienes reconocieron esta cifra. Luchando con bravura, los héroes tupacamaristas cayeron gallardamente en los choques bélicos o en el cadalso. Y en las masacres.<br /><br />Era varón de mucho temple. Así lo reconocieron hasta sus rivales. Preso, no desplegó los labios, aunque se le aplicase inauditos tormentos, «en lo que se le ha reconocido un valor bárbaro que admira». Poco antes del suplicio había expresado, con orgullo, a uno de sus custodios: «No diré a nadie la verdad, aunque me saquen la carne a pedazos»; y cumplió con semejante reto.<br /><br />En la prisión, conociendo que la rebelión continuaba extendiéndose, trató de fugar. Quiso ponerse otra vez al frente del movimiento al saber que columnas insurgentes marcharían sobre el Cuzco. Carente de todo, con su sangre escribió un mensaje sobre un trozo de tela arrancado de sus ropas, pidiendo algunos pesos y una lima. Emociona ver la letra vacilante del héroe: usó la mano izquierda dislocada, pues el otro brazo ya estaba roto.<br /><br />Pero ese gran peruano era tan recio como hábil. Acusándolo, un español de Livitaca le había rendido el mejor elogio:... «No perdona medio para conseguir sus ideas».<br /><br />Así era ese Inca a caballo, aquel «Inca rey», de quien unos versos criollos dirían que «sólo trata con rigor/ al europeo tirano/ al patricio fiel, humano/ ampara y hace favores/ sin distinción de colores/ es con todos muy amable», décimas que se guardan en la Biblioteca Nacional de Madrid y que prueban la humanidad del gran caudillo andino, su anhelo de un Perú de todas las sangres, con todas las razas. Sin odios ni prejuicios, tan largamente cultivados por los opresores de entonces.<br /><br />Iba triunfando en el anhelo unitario cuando lo capturaron. Si reparamos en quienes lo siguieron, hallamos campesinos, pastores, arrieros y sacerdotes pobres, pero también fragmentos de toda la sociedad colonial, negros incluso, respondiendo a sus llamados a los «paisanos de todos los colores». En su afán integrador, insistía a través de sus proclamas en llamar a filas a «mis amados criollos, indios, mestizos y zambos». Generalizando, decía «paisanos». Acogiéndose al empeño de cohesión interna lo respaldaron multitudes, pero también calificados segmentos de otros sectores, que bien pueden ser representados ante la posteridad por el criollo Felipe Bermúdez, asesor que murió al pie de un cañón, y el capitán afroperuano Antonio Oblitas, ahorcado junto al gran prócer.<br /><br />Desde tierras cuzqueñas, atacó tres virreinatos: Perú, Río de la Plata y Nueva Granada, las fuerzas que movilizó combatieron sobre el suelo de siete repúblicas actuales. Perú y Bolivia, señaladamente; pero también en Argentina, Colombia, Venezuela, Panamá y Ecuador. Y se conspiró en otras tantas tierras más. Se alzó de la nada, con setenta y cinco fusiles anticuados, reciente botín de un golpe de mano. Al final, contra él, se tuvo que levar ejércitos más numerosos que los que España lanzaría más tarde contra San Martín y Bolívar. Principalmente el que comandaba el mariscal Joseph del Valle, de diecisiete mil soldados.<br /><br />No menos de cien batallas y combates se libraron «a lo largo de quinientas leguas» en pos de la libertad, tanto en lucha a campo abierto como tomando ciudades. Tal vez el más remarcable de aquellos encuentros sea el de Cerro Puquinacancari, porque, como en las gestas de Sagunto o Masada de los fastos universales, los sobrevivientes optaron por el suicidio antes que caer prisioneros; hasta las mujeres se arrojaron a los abismos con sus hijos.<br /><br />Casi venció nuestro Túpac Amaru, capitaneando América. Fue tal epopeya, el más vasto movimiento anticolonial del continente. Y tal vez el primero en lo que se llamó hasta hace poco el Tercer Mundo. Eran esos finales del siglo XVIII los de una Europa que aún extendía a cañonazos sus fronteras coloniales por todos los mares. Nuestro adalid hizo andar al revés el reloj de la Historia, iniciando un ciclo que luego se generalizaría cien años más tarde. Fue así un adelantado.<br /><br />Todos sus seguidores lo trataron como Rey. Él quiso, a través de la aristocracia incásica, restaurar la preeminencia del Perú en América, lo cual repercutiría en los proyectos iniciales de Manuel Belgrano y hasta de Francisco de Miranda, bien iniciado el proceso libertario continental, y procuró ampliar los linderos del Imperio de los Incas. Basta ver los títulos con que cimentó el título de su coronación.<br /><br />Consiguió tantos avances porque conocía la greda y la gleba del Perú y en cierta medida de América. Conocimiento directo. Porque era un autodidacta. Fue desde su cabalgadura que todo lo aprendió. Poseía una sabiduría reciente, que superó a todos los doctores de San Marcos, juntos. Pero con su mentalidad abierta, alternaba igualmente, en los altos caminos, con personajes como Ignacio de Castro, el mayor sabio de la época, y con arrieros llegados de todos los horizontes a las frecuentes ferias surandinas.<br /><br />Mas no se trató solamente de, lograr una Independencia, monárquica y neoínca para el caso. Buscaba justicia social, pues bregó sin tregua contra la servidumbre de los indios y la esclavitud de los negros, lo hizo hasta dar su sangre y la de los suyos. Peleó asimismo por la libertad de pensamiento y contra la ignorancia, en anhelo de patria única que hasta ahora el Perú aguarda. Gozó, por estas razones, y «con semblante sereno», de la adhesión de miles y miles que por él murieron, proclamando en los combates o ante los verdugos a su «Padre, Rey y Redentor». En cinco idiomas. Y fue gracias a tal fe que el mito del Inca Rey (Incarrí) perdura hasta ahora. En realidad, se comportaba como un «monarca libertador».<br /><br />Pero no sólo fue América. La sublevación de Túpac Amaru tuvo eco en España, Portugal, Italia, Inglaterra y hasta en Polonia. Lo más remarcable de estas repercusiones europeas es lo sucedido en la Corte de Londres, capital que por entonces manejaba los asuntos del mudo: En Italia, un exiliado peruano, Juan Pablo Viscardo y Guzmán, que alcanzaría mucho después la fama, se presentó al consulado británico en Livorno para proponer el envío de una flota a fin de respaldar al Inca. Fracasó el intento, a pesar de que los planes expuestos avanzaron un tanto; sin embargo, la celebridad le llegaría a Viscardo años más tarde, cuando en su famosa Carta asentó la partida de nacimiento de la Independencia de América toda, inspirándose tal vez en el Bando de la Coronación de Túpac Amaru en Chuquibambilla; mensaje emancipador que se reproduciría en varios lados del continente; esto ya al impulso de Francisco de Miranda, en la época inicial de Simón Bolívar; que conocía de qué modo los comuneros de El Socorro, su tierra, habían vivado al «Rey Tupa Amaru» y combatido por él. Finalmente, en España, Manuel Godoy, Príncipe de la Paz y Primer Ministro de Carlos IV, se habría de referir agudamente al caudillo andino.<br /><br />Se trata, pues, del peruano más importante en la historia universal. Es de aquellos hombres que puede ser admirado por el pueblo de cualquier país del planeta, inclusive el español. Es por tal razón que se ha escrito un centenar de obras en torno a la gesta andina que protagonizó, así como miles de artículos y ensayos y docenas de poemas. Federico García filmó una película, que ha sido la más vista en el país (plebiscito indirecto). Numerosos pintores y escultores del país y algunos del extranjero han tratado de rescatar su rostro, perdido en las tinieblas (Núñez Ureta, Etna Velarde, Bravo, entre ellos). Innumerables organizaciones populares llevan su nombre como emblema. De frontera a frontera.<br /><br />Inspirados en el credo de nuestro indio epónimo, numerosos americanos, sobre todo los del Perú, hemos enaltecido al prócer, aunque desde distintas perspectivas, llegándose como ocurre con Cristo mismo a diversidad de postulados, algunas veces opuestos unos a otros. De tal suerte que, si en poesía podemos preguntarnos cuál verso glorificando a Túpac Amaru es el mejor (¿el de Romualdo, el de Scorza, el de Arguedas, el de Valcárcel?), la misma disparidad contemplamos en las páginas que tratan de interpretar su pensamiento. Tomando solamente a los ciudadanos que el voto popular consagró para la primera magistratura recordaremos a Víctor Raúl Haya de la Torre, precursor de estudios tupacamaristas en el Berlín de 1924; y a quien le arrebataron el triunfo presidencial en 1931. A Fernando Belaunde Terry, desde sus discursos magistrales en el Cuzco de 1956. Y a Luis A. Eguiguren, fecundo investigador y editor de documentos del Inca Rey; patricio que fuera elegido abrumadoramente para la Presidencia de la República en las anuladas elecciones de 1936; y es su caso muy significativo por haber sido este intelectual tupacamarista el único que sucesivamente y con dignidad ostentó la presidencia de los otros dos Poderes del Estado, pues lo fue del Congreso Constituyente de 1931 y más tarde de la Corte Suprema. Aunque también es justo mencionar acá a Juan Velasco Alvarado y a Francisco Morales Bermúdez, Generales que hicieron del caudillo indio el símbolo de sus gobiernos (1968 1980); de distinto signo, sin embargo.<br /><br />Existen, sin embargo, elementos de juicio más valiosos. Túpac Amaru enlaza el pasado milenario del Perú con los tiempos actuales. Aunque dispersadas las cenizas de su cuerpo entre los cerros que bordean el Cuzco, está allí, como contemplando el futuro, pues su mirada visionaria nos llega. Sencillamente porque varias de las metas que soñó, entre ellas la justicia social, aún constituyen para nosotros un objetivo. Es hombre de todas las épocas, y así, en la que le fue propia, lo apoyó gente de los más diversos estadios históricos en este poliedro que es nuestro Perú.<br /><br />Los selvícolas del Inambari, desde sus colectividades primitivas; los quechuas y aimaras de los ayllus enclavados en el autocratismo andino milenario; los esclavos negros igualmente un rezago universal de otras eras; los siervos de las haciendas medioevales; y los criollos y mestizos de las sociedades urbanas paleo capitalistas de aquellos años. Pero nosotros, desde nuestra perspectiva actual, le otorgamos también fervoroso respaldo. Como se lo habríamos brindado en los hechos de haber vivido en su tiempo.<br /></span><br /></span>(Publicado en el diario <em>La República</em> de Lima, Perú – 1999).Alvaro_Arditihttp://www.blogger.com/profile/14539331879245684555noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-1233678831969495662.post-71737799968175987642010-09-12T07:53:00.000-07:002010-09-12T08:12:51.305-07:00MARIA PARADO DE BELLIDO<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJD-LEHhp4Gjadfmd3ejJ8f7vt1iquQd8VpOkdRhgHbh47tEhbRL88ExooTyYtUYxC6R8GWdUzXx7dcblcf4RWZP4-L_mv7jhS_5FoovAoeiWB7fM_xmb-08ugkr7fDovyxj9zDikpF8I/s1600/maria_parado_de_bellido_2.jpg"><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 354px; DISPLAY: block; HEIGHT: 426px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5516043295327997362" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJD-LEHhp4Gjadfmd3ejJ8f7vt1iquQd8VpOkdRhgHbh47tEhbRL88ExooTyYtUYxC6R8GWdUzXx7dcblcf4RWZP4-L_mv7jhS_5FoovAoeiWB7fM_xmb-08ugkr7fDovyxj9zDikpF8I/s400/maria_parado_de_bellido_2.jpg" /></a><br /><div> </div><div><div align="center"><div><div><p style="TEXT-ALIGN: justify; TEXT-INDENT: 1cm; MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal" align="left"><span style="mso-ansi-language: ES-TRAD" lang="ES-TRAD"><span style="font-family:Times New Roman;"><strong>En realidad desconocemos la verdadera fisonomía de esta heroína peruana; este retrato es solo imaginario, obra del dibujante Álvaro Núñez R. Reproducido en <em>Antología de la Independencia del Perú</em>, publicado por la Comisión Nacional del Sesquicentenario de la Independencia del Perú, 1972.<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o:p></o:p></strong></span></span></p><br /><p style="TEXT-ALIGN: justify; TEXT-INDENT: 1cm; MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language: ES-TRAD" lang="ES-TRAD"><span style="font-family:Times New Roman;"><strong><span style="color:#3333ff;"><span style="font-size:130%;"></span></span></strong></span></span> </p><p style="TEXT-ALIGN: justify; TEXT-INDENT: 1cm; MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language: ES-TRAD" lang="ES-TRAD"><span style="font-family:Times New Roman;"><strong><span style="color:#3333ff;"><span style="font-size:130%;">UNA HEROÍNA POPULAR: MARÍA PARADO DE BELLIDO<o:p></o:p></span></span></strong></span></span></p><br /><br /><p style="TEXT-ALIGN: justify; TEXT-INDENT: 1cm; MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language: ES-TRAD" lang="ES-TRAD"><span style="font-family:Times New Roman;"><strong><span style="color:#990000;">Por Juan José Vega<o:p></o:p></span></strong></span></span></p><br /><p style="TEXT-ALIGN: justify; TEXT-INDENT: 1cm; MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language: ES-TRAD" lang="ES-TRAD"><span style="font-family:Times New Roman;"><span style="font-size:130%;">La Historia Oficial acepta con desgano a María Parado de Bellido como nuestra gran heroína de la Independencia, condenándola a ser, como otros personajes populares, un ente aislado, borroso y desprendido del conjunto histórico del momento. Igual sucede con José O. Laya (hasta el apellido le cambiaron), con Marcelino Carreño y con otros auténticos próceres peruanos del período emancipatorio. De Mariano Melgar, quizá la más representativa figura peruana de la independencia, casi nada sabemos respecto a sus luchas, rifle en mano. Este valiente criollo pereció fusilado en los campos de Umachiri en 1815, mientras Bolívar y San Martín combatían en otros lados de América.<o:p></o:p></span></span></span></p><br /><p style="TEXT-ALIGN: justify; TEXT-INDENT: 1cm; MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language: ES-TRAD" lang="ES-TRAD"><span style="font-family:Times New Roman;"><span style="font-size:130%;">Pero vayamos a María Parado de Bellido. En primer lugar debemos aclarar que ella pertenece al ciclo bélico sanmartiniano, punto señalable porque la Historiografía tradicional del país vincula al caudillo argentino sólo con la fracción de la aristocracia limeña que lo apoyó en un inicio. Historia falsa que excluye a sectores populares de diversas clases sociales y grupos étnicos. Margina a los bravos montoneros del Perú, sector éste al cual pertenecía la mártir; y más falsa aún tal Historia si rememoramos que aquel mismo fragmento aristocrático separatista, ya unido al resto de la nobleza limeña, terminó traicionando a San Martín escasos meses más tarde, el 26 de julio de 1822; esto es, en plena guerra contra los virreinales y no obstante la resonante victoria de Pichincha, que nuestras tropas ayudaron a ganar. Por todo esto fue que el Protector se marchó del Perú. Con pena e indignación. Pero recordando a los verdaderos patriotas de nuestro país.<o:p></o:p></span></span></span></p><br /><p style="TEXT-ALIGN: justify; TEXT-INDENT: 1cm; MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="font-size:130%;"><span style="mso-ansi-language: ES-TRAD" lang="ES-TRAD"><span style="font-family:Times New Roman;">Como se aprecia por la época de su sacrificio, María Parado y toda su familia eran de los muchos que desde 1820 alineaban con la causa libertaria, arriesgando a diario la vida en comarcas reocupadas por las tropas virreinales. Era ella una ayacuchana de probable origen morochuco, que colaboraba con los montoneros patriotas, especialmente de las tierras de Cangallo, que tan generosamente venían derramando su sangre por la Independencia y en pro de una justicia social vagamente señalada aún; se dirigían allí con caudillos propios, quienes eran, generalmente, valentísimos y honestos (como los Auqui), lo cual merece que se recalque puesto que cierta historiografía condena en bloque todo el proceso emancipatorio. Para el caso específico de nuestra heroína, ella era enlace activo con las huestes guerrilleras, en concordancia con Lima. Se trataba de apoyar a las columnas enviadas desde la capital por San Martín a principios de ese 1822.</span></span><br /></span></p><p style="TEXT-ALIGN: justify; TEXT-INDENT: 1cm; MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language: ES-TRAD" lang="ES-TRAD"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">En efecto, pasando de nuevo a la ofensiva, San Martín había enviado una expedición al sur para atacar a los virreinales... pero, atado a su pacto con la fracción de la nobleza limeña que lo había apoyado para tomar la capital, colocó al frente de aquel cuerpo militar a un oficial de fugaces y tardías veleidades independentistas; una nulidad castrense, por otro lado. Nos referimos al rico y aristocrático coronel Domingo Tristán, a quien acababa de ascender a General; y como su segundo<span style="mso-spacerun: yes"> </span>doble error<span style="mso-spacerun: yes"> </span>nominó al coronel Agustín Gamarra, quien se había pasado a filas libertarias tras ser por años un sanguinario represor de patriotas. Ambos jefes perdieron tiempo, se enredaron, se dejaron cercar inadvertidamente y sobre ellos y sus dos mil quinientos soldados cayeron sorpresivamente las fuerzas quechua-españolas del General virreinal Jerónimo Valdez. Esto fue la noche del 6 al 7 de abril de ese 1822; y ni siquiera hubo batalla. Fue debacle, fuga, deserción en masa. De ese ejército enviado por la nobleza nada quedó. El botín de guerra del vencedor fue enorme.</span></span></p><br /><p style="TEXT-ALIGN: justify; TEXT-INDENT: 1cm; MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language: ES-TRAD" lang="ES-TRAD"><span style="font-family:Times New Roman;"><span style="font-size:130%;">Y era para este ejército que los montoneros habían venido brindando sus vidas; porque en las serranías había empezado una brutal represión, tanto en tierras huancavelicanas, como en las ayacuchanas y juninenses. Avanzaban las huestes represivas, comandadas por un hombre encanallado en matanzas y el incendio de pueblos, el coronel José Carratalá (tan distinto él a otros jefes españoles, que eran liberales y constitucionalistas, como el propio virrey General La Serna). Pues bien, precisamente era en las tierras de Cangallo donde actuaban de montoneros el esposo e hijo de la mártir. En carta a su esposo, «idolatrado Mariano», les advertía del nuevo peligro que corrían y que pasasen la voz a ¿Cayetano? Quiroz, quien era el jefe de aquellos grupos, a fin de que todos se replegaran. Era imprescindible a causa de la derrota patriota en la costa y la nueva ofensiva andina del ejército virreinal. Pero por descuido de los guerrilleros, la carta fue dejada en una chamarra y los capitanes españoles la remitieron a la ciudad de Guamanga, hoy Ayacucho. Capturada la valiente mujer, nada dijo, a pesar de los arrebatos, amenazas y vejámenes de Carratalá. Se la interrogó también en torno a la persona que había escrito la misiva, puesto que era ella iletrada (como la aplastante mayoría de las mujeres de la sierra en aquel tiempo, en la ciudad y el campo) y además quechua hablante. No confesó tampoco quiénes estaban conjurados entre los huamanguinos.<o:p></o:p></span></span></span></p><br /><p style="TEXT-ALIGN: justify; TEXT-INDENT: 1cm; MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language: ES-TRAD" lang="ES-TRAD"><span style="font-family:Times New Roman;font-size:130%;">El descuido por la heroína popular ha sido de tal grado, desde esa época, que no sabemos cuándo fue la ejecución. Máximo podemos afirmar que «en estos días» se cumple un aniversario más de su sacrificio Que afrontó serena la muerte a la que la condenó Carratalá. La ejecución se cumplió en la Plazuela del Arco; como poseía escasos bienes, no dejó testamento. Luego surgieron varias versiones de tradición oral confusa. Lo único verificable es que Simón Bolívar estableció una pensión de gracia para las hijas sobrevivientes de la heroína, pero no sabemos ni siquiera qué suerte corrieron los cinco hijos que participaban en las montoneras. Se nota que la Historia Oficial siempre la marginó. Razón mayor para enaltecer su memoria.</span></span></p><br /><p style="TEXT-ALIGN: justify; TEXT-INDENT: 1cm; MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language: ES-TRAD" lang="ES-TRAD"><span style="font-family:Times New Roman;"><span style="font-size:130%;">La derrota de Tristán y Gamarra en La Macacona tuvo otras consecuencias funestas. Se asentó el dominio español en los Andes, reclutándose más tropas quechuas para la causa del Rey.<o:p></o:p></span></span></span></p><br /><p style="TEXT-ALIGN: justify; TEXT-INDENT: 1cm; MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language: ES-TRAD" lang="ES-TRAD"><span style="font-family:Times New Roman;"><span style="font-size:130%;">El bravo jefe montonero Quiroz fue cogido asesinado, como otros y su mujer murió también peleando. Igual sucedió con otras partidas de valientes. El 8 de mayo caerían los mejores líderes morochucos, esto es, Basilio Auqui y sus hijos. Pero otros tomaron sus banderas. Por dos años resistieron. Iniciándose agosto de 1824 Simón Bolívar incorporó a mil montoneros al Ejército Libertado. Esto fue en las punas de Rancas. Buena parte de ellos se encuadró dentro del Regimiento de Húsares, que en la batalla de Junín decidirían el encuentro y cambiarían de nombre para gloria de nuestra patria. En la marcha triunfal hacia Ayacucho, muchos de estos flamantes Húsares de Junín recordarían, sin duda, a la heroína fusilada.<o:p></o:p></span></span></span></p><br /><p style="TEXT-ALIGN: justify; TEXT-INDENT: 1cm; MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal"><span style="mso-ansi-language: ES-TRAD" lang="ES-TRAD"><span style="font-family:Times New Roman;"><span style="font-size:85%;">(Publicado en el diario “La República” de Lima, el 3 de mayo de 1999).<o:p></o:p></span></span></span></b></p><br /><img style="TEXT-ALIGN: center; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 433px; DISPLAY: block; HEIGHT: 240px; CURSOR: hand" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5516043287721273442" border="0" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_fczNfgNZ4i976r0fxy93A08NWLeYYL5ArICAALD9HmV6MTGKj8qKwmG_cJ8DVl4jNotRYH_aJhbjU3NULLR3pnnxcCrg_kn9SI6-EFveAkBIVPYZ3UOPiBK1vCRhy1ghZFEfxCmQO4M/s400/maria_parado_de_bellido.jpg" /> <p style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" class="MsoNormal"><span style="mso-ansi-language: ES-TRAD" lang="ES-TRAD"><span style="font-family:Times New Roman;"><strong><span style="font-size:85%;">Fusilamiento de María Parado de Bellido; pintura de Consuelo Cisneros, 1929.<o:p></o:p></span></strong></span></span></p></div></div></div></div>Alvaro_Arditihttp://www.blogger.com/profile/14539331879245684555noreply@blogger.com10